Un Funicular Aéreo Rinde Beneficios en el Suelo -

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TransMiCable, un teleférico en el barrio más pobre de Bogotá, está mejorando las vidas de los residentes de varias formas, incluyendo una mayor sensación de seguridad, aprecio por la historia local, mayor accesibilidad y nuevas oportunidades de trabajo.

Texto de Inaê Riveras. Fotos de Luis Ángel y Armando Gallardo.

Líder comunitaria María Tránsito Molina, 62, y su nieto Kevin Aguirre, 12.

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Lady Cacais, 28, estaba cansada de luchar para cubrir sus necesidades cuando tomó la decisión de mudarse para Ciudad Bolívar. Aquí sus gastos serán menos de la mitad de lo que estaba pagando en otro lugar de la ciudad, más cerca de su trabajo. El teleférico, que acorta su tiempo de desplazamiento hasta el terminal de buses de 90 minutos a menos de 20, fue un factor importante en su reubicación.

“Si no fuera por eso, creo que no (nos mudábamos) porque el transporte de aquí era complicado”, dice Cacais cuando ella y su hijo, Christian, que tiene 7 años de edad, hacen su último viaje (en un teleférico) para llevar sus pertenencias.

En su morral lleva al último miembro de la familia que llega a la nueva casa.

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La llegada de TransMiCable generó un aumento en el número de visitantes en Ciudad Bolívar. Turistas de otras partes de Bogotá y de toda Colombia, así como de otros países, van ahora al barrio a mirar los funiculares y a hacer un viaje en ellos.

Angie Morales, que tiene 23 años, ve esto como una oportunidad para mejorar sus ingresos y ampliar sus horizontes. Morales trabaja ahora como guía turístico durante los fines de semana, compartiendo su conocimiento de toda una vida en este barrio con los visitantes. “Recorremos por los murales, sitios representativos del barrio y al último vamos al mirador”, dice ella.

Motivada con esta nueva oportunidad, Morales planea ahora estudiar una segunda lengua.

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Cuando John Velásquez, 39, escuchó que la construcción de TransMiCable iba a empezar, se dio cuenta de que era el momento de abrir su propio negocio. Después de conseguir una pequeña casa al frente de la estación principal, la convirtió en una cafetería y contrató a una persona para que la administrara ya que él se había mudado de Ciudad Bolívar.

Sin embargo, lo que sucedió superó sus expectativas. “A los dos meses, el negocio empezó a funcionar, a dar frutos, y decidí ya entregarme de lleno a eso”, dice Velásquez, mientras atiende los pedidos de empanadas de los clientes. Ahora gana suficiente dinero con la cafetería para sostener a su esposa y a sus dos hijos.

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Para María Teresa Beto, dejar la casa en la que ella y su marido criaron a sus hijos no fue un proceso fácil. Su familia fue una de los 450 hogares que debieron reubicarse debido a la construcción de TransMiCable. Ahora hay una columna que sostiene los cables en el lugar donde se encontraba su antiguo hogar.

“Ahí vivimos 32 años. A veces parece que 32 mil años”, dice Beto, que se mudó con su esposo, una hija y tres nietos a un hogar más abajo y en la misma calle en la que vivía.

Ella menciona que la nueva casa costó más que lo que la familia recibió como compensación pero que esta casa mejoró sus condiciones de vida de manera significativa. “No hay que comparar. Esta es una verdadera casa”.

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Al igual que todas las madres trabajadoras, Yasmin Reyes, 28, se sintió con frecuencia en el dilema de estar trabajando largas horas para sostener a su familia y pasar más tiempos con sus hijos. Su situación era especialmente difícil porque debía desplazarse cada día a un lugar diferente y trabajar hasta tarde, todo sin la seguridad de un ingreso estable.

Ahora Reyes tiene un empleo formal haciendo la limpieza de las estaciones de TransMiCable.

“Trabajar aquí nos beneficia en muchos sentidos. Vengo para el trabajo caminando, salimos más temprano [después de ocho horas] y estoy más pendiente de los niños”, dice ella.

La operación de TransMiCable ha generado cerca de 180 puestos de trabajo, muchos de ellos para residentes locales como Reyes.

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La estación Mirador del Paraíso de TransMiCable, construida en un lugar conocido por altos niveles de criminalidad es ahora un área llena de vida y con un aire de modernidad que sirve como punto de encuentro para los estudiantes que van en tours culturales organizados por fundaciones locales.

A Brandon Barahona, de 9 años de edad y residente de Ciudad Bolívar, le gusta unirse a estos tours siempre que no tiene tareas. 

“Estos recorridos culturares son divertidos. Me gusta la historia de este barrio”, dice este estudiante de cuarto grado. Él utiliza TransMiCable de manera ocasional, debido a que su escuela está en el barrio, cuando necesita ir “con mi papá a acompañarlo a lugares importantes”.

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En principio, el trabajo de Yolanda Barquero, asegurar que los usuarios del funicular respeten el equipo y cumplan las instrucciones, parece un desafío real. Sin embargo, ahora que los usuarios se están familiarizando con el sistema ella pasa la mayor parte de su tiempo saludando a los pasajeros con una sonrisa.

“La gente respecta mucho el sistema porque están mucho agradecidos. A principio, sí pedíamos que estabilicen el peso en las cabinas, lo hacían. Ahora no hay ni que decir”, dice Baquero, de 43 años.

También está contenta siempre que un usuario le pregunta si el área es segura. ¿Su respuesta usual? “Ya no es peligrosa. La policía está siempre aquí de modo que las personas puedan venir en paz”.

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Muchos buses que recorren las calles de Bogotá son accesibles para sillas de ruedas; sin embargo, eso no significa que las personas discapacitadas que los usan estén libres de problemas.

“Antes era muy complicado porque el alimentador [autobús local] era accesible, pero se llenaba mucho, no era organizado”, dice Alexander García, de 35 años, que usa una silla de ruedas.

Las sillas de TransMiCable se levantan para acomodar las sillas de ruedas, y la velocidad de todo el sistema se disminuye cuando está abordando un usuario en silla de ruedas. El menciona que “Acá si se respecta, uno tiene prioridad”.

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Hace poco tiempo, Lady Vanegas, de 19 años, presenció un robo en el bus local en el que estaba viajando. Para ella, la seguridad de TransMiCable es tan beneficiosa para ella como la disminución en el tiempo para desplazarse a su trabajo. “Me parece super chévere, aparte que es más seguro”, dice ella.

La estación Tunal de TransMiCable está totalmente integrada a la terminal de buses de Transmilenio. Desde allí, la mayoría de los usuarios continúan sus recorridos a otras áreas de Bogotá por el precio de un tiquete. Vanegas dice que el riesgo de robos es menor debido a que algunas áreas entre las estaciones son exclusivas para usuarios del sistema.

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Michael Rojas, 24, tenía un objetivo cuando creó un grupo de amigos artistas en 2016: hablar “de lo bonito” que hay en Ciudad Bolívar al mundo y a sus propios residentes. “Nuestro barrio era tan estigmatizado”, dice Rojas, quien también se conoce como Ocius26.

Desde entonces, el colectivo de artistas, denominado “TheWalkers”, ha creado docenas de murales que se han vuelto parte integral del paisaje de Ciudad Bolívar. La mayoría de ellos representan a líderes comunitarios del pasado y animales nativos del área. El proyecto, que en un principio fue autofinanciado, está apoyado por TransMiCable.

“Para el futuro, quiero que vean el grafiti como uno de los cómplices del fortalecimiento de una comunidad”, dice Rojas.