Por Aida Sykes
Cuando la mayoría de las personas escucha la palabra “moda”, piensa en pasarelas, personas influyentes en las redes sociales o celebridades que lucen vestimentas elegantes mientras recorren una alfombra roja. Sin embargo, cada prenda de vestir fue primero una idea abstracta en la mente de un diseñador, y su viaje hasta llegar a los consumidores depende de estrategias complejas de producción y distribución. Como en toda empresa, para las operaciones y las cadenas de suministro de la industria de la moda se necesita infraestructura pública, gastos de capital y capital de trabajo.
Si biense tiene un cierto grado de información a nivel mundial acerca de la cadena de valor de la industria de la moda, y se sabe que se extiende de Nueva York -a París y Guangdong , y de regreso nuevamente, la labor se torna más difícil cuando se intenta definir dicha cadena en las economías en desarrollo, donde a menudo no existe infraestructura pública y la moda no es una prioridad para el desarrollo económico en los sectores público y privado.
Meiling, diseñadora trinitense. Foto cortesía: Meiling
Para comprender mejor el potencial de la moda como negocio en los mercados emergentes, IFC Insights entrevistó a dos líderes de la industria en América Latina y el Caribe: la legendaria Meiling, que solo utiliza un nombre y es oriunda de Trinidad y Tabago, y Patricia Govea (i), una mexicana que comenzó su carrera como dueña de una boutique y ahora es propietaria de una marca comercial. Estas dos empresas dirigidas por mujeres crean prendas hechas a mano por artesanas y trabajadoras de la industria de la confección. Sus marcas forman parte de un movimiento denominado “moda lenta”, que valora las prendas de mejor calidad, el trato justo de los trabajadores y prácticas más sostenibles.
P: ¿Cómo ha evolucionado el financiamiento para su empresa? ¿Cómo obtuvo sus inversionistas iniciales? ¿Qué contribuyó al crecimiento de su empresa?
Meiling: Regresé a Trinidad y Tabago a fines de la década de los sesenta tras vivir cuatro años en el Reino Unido, donde estudié moda en Londres y trabajé en boutiques realizando pequeñas tareas y aprendiendo el negocio de la moda. En Trinidad, mi primer trabajo fue en una fábrica de indumentaria para aprender todo acerca de la producción y, al cabo de 10 meses, abrí mi propia boutique con TTD 1000 (que hoy equivalen a TTD 48 000 o USD 7000). Aunque Trinidad estaba a la zaga de Londres en cuestiones de moda, fue el momento oportuno porque mis conciudadanas estaban regresando del extranjero y querían vestirse a la moda.
Trabajé mucho, pero logré crear y presentar dos colecciones por año. A medida que mi empresa crecía, pude obtener préstamos bancarios, aunque al principio fue necesario que mi padre actuara como garante. Mi empresa siguió creciendo década tras década y, además de contar con una pujante base de clientes internos, también comencé a exportar mis productos a otros países de la región gracias, principalmente, al turismo. Por supuesto, la pandemia de COVID-19 generó grandes dificultades, ya que en 2020 se suspendieron todas las actividades turísticas. Afortunadamente, en 2021 tuve la oportunidad de asistir a mi primera feria de moda importante, Cabana Resort, que se llevó a cabo como parte de los esfuerzos para lograr la recuperación económica de la región. Este evento me abrió el mercado de Estados Unidos, lo que permitió que mi empresa siguiera operando durante la pandemia. Fue un gran cambio, pero era necesario porque tenía que pagar los sueldos de mi personal. Esa adaptación nos ayudó a atravesar la crisis y ha ampliado nuestros horizontes.
“Como éramos pequeños y nuevos, era más fácil maniobrar”, dice Patricia Govea. Foto cortesía: Patricia Govea
Patricia Govea: Mi compañía comenzó a operar oficialmente en 2020, justo antes de que comenzara la pandemia de COVID-19. Me financié, y todavía lo hago, con fondos personales, propios y de mi familia, así como con mis tarjetas de crédito. Si bien fue difícil comenzar antes de una pandemia sin precedentes, solo tuvimos 15 clientes en 2020 y nos quedaron muchísimos restos de inventario, esto nos obligó a ser creativos para sobrevivir. Al mismo tiempo, como la empresa era pequeña y nueva, fue más fácil adaptarnos a las circunstancias. Mis hijos me ayudaron a reformular mi estrategia: además del comercio electrónico y las ventas a Saks Quinta Avenida de México, aprovechamos la recuperación del turismo en el país para realizar ventas en los [hoteles] Four Seasons establecidos en diversas partes de México. En 2021, nuestras ventas aumentaron un 120 % y ya teníamos 34 clientes. Además, reinvertimos todo el flujo de efectivo adicional en la empresa. Debido a su escasa antigüedad, mi empresa no califica para un crédito bancario. Por otra parte, sabemos que la banca tradicional no entiende las necesidades financieras de los emprendimientos con impacto social. De todos modos, confiamos en que podremos obtener financiamiento externo cuando la empresa sea más grande.
Patricia Govea with models.
P: ¿Cómo ha estructurado y gestionado su proceso de producción (la cadena de suministro, los equipos, las aptitudes técnicas y la sostenibilidad)? ¿Qué tipos de empleos ha respaldado o creado su empresa?
Govea: Cuando decidí emprender esta aventura, establecer un programa de trabajo con el objeto de que mujeres mexicanas indígenas crearan prendas de moda de alto valor, sabía que era prioritario impartir capacitación y fortalecer la capacidad en materia empresarial. Las mujeres necesitaban capacitación, por ejemplo, para conocer sus derechos [legales]; para [registrarse en] el proceso de identificación nacional de modo que se las integre en la economía formal; para aprender a elaborar planes de negocios, y para realizar el control de calidad de las prendas que producen. Yo no podía hacerlo sola. Así, como parte de la fase previa al lanzamiento, a partir de 2015 trabajé con el Gobierno para capacitar a 300 mujeres en 12 comunidades, y esa relación se ha convertido en un puente para que el Gobierno también proporcione servicios de alfabetización y salud. Una vez que comenzamos a funcionar, las mujeres se convirtieron en socias y partes interesadas de la marca. En mi opinión, esto es moda sostenible con un propósito: al producir y vender prendas hermosas, contribuimos a reducir la emigración económica forzosa, mantenemos la estructura familiar, preservamos las tradiciones y creamos oportunidades. En términos de la cadena de suministro, todas las telas provienen de Japón, y están certificadas como sostenibles.
Meiling: El aspecto distintivo de mi línea es que las prendas son artesanales y se hacen a mano. Para lograrlo, en la confección de cada prenda participan entre 8 y 10 costureras, todas mujeres a las que yo he impartido capacitación. Algunas de ellas me han acompañado durante más de 40 años, se jubilaron y volvieron a trabajar durante la pandemia. Algunas trabajan a tiempo completo, otras a tiempo parcial y otras desde su hogar y, debido a la pandemia, muchas tuvieron que aceptar trabajos por contrato debido a las dificultades que atravesaba la empresa. Sin embargo, la dedicación, el trabajo en equipo, las condiciones laborales justas y la remuneración equitativa nos mantuvieron unidas.
En lo que respecta a las adquisiciones y la sostenibilidad, he llegado a aceptar que nuestra industria tiene un impacto muy fuerte en el medio ambiente. Cuando comenzó la pandemia, me inscribí en un curso en línea sobre sostenibilidad, y si bien las lecciones del primer día fueron desoladoras porque versaron sobre los impactos de las tinturas y los productos de plástico en el medio ambiente, también fue alentador descubrir que mi empresa tenía, en verdad, un buen desempeño en muchos indicadores. Mencioné las condiciones de trabajo justas, pero también es importante señalar que trabajamos con fibras naturales en la mayor medida posible, y mi empresa no produce en exceso. Por lo tanto, en vez de intentar que mi compañía sea sostenible, estoy en paz conmigo misma porque tengo una empresa responsable.
Antes del lanzamiento de la empresa Govea, Patricia capacitó a 300 mujeres en 12 comunidades. Foto cortesía: Patricia Govea
P: A medida que su empresa crece, ¿qué necesita de los inversionistas y los responsables de las políticas? ¿Considera que los inversionistas y los responsables de las políticas conocen adecuadamente las necesidades de la industria de la moda?
Meiling: Los bancos no entienden que la moda es un negocio, y esto se plasma en el modo en que se relacionan con los creativos y el apoyo financiero que ofrecen. En mi caso, debería poder obtener financiamiento a corto plazo para asistir a ferias de moda, dado que se trata de un gasto de representación legítimo que sirve para promover negocios. También debería haber financiamiento para máquinas, espacio de trabajo e insumos. La moda es un negocio, una industria, como cualquier otra. La industria de servicios financieros debería obtener más información sobre el sector y brindarle un mejor servicio. Por supuesto, a los nuevos diseñadores les resulta muy difícil armar una operación como la mía, así que también me gustaría que se creara un centro de confección o algo similar, donde los diseñadores pudieran llevar sus creaciones y producirlas, todo en un solo lugar. Además, es necesario que los Gobiernos y los donantes financien escuelas de oficios para aumentar las aptitudes técnicas y crear nuevos empleos.
Govea: A través de la política pública, se debería crear un ecosistema propicio para los emprendimientos sociales, a fin de optimizar el impacto. En el caso de la moda, específicamente, todavía existen obstáculos, como la falta de regulación y marcos jurídicos para los artesanos, que suelen estar totalmente excluidos de la economía debido a que carecen de educación y viven en lugares aislados. Por otra parte, los bancos y otras entidades de financiamiento deberían entender mejor la justificación económica del impacto social.
P: ¿Cuáles son las ventajas de la industria de la moda en Estados Unidos y Europa que usted desearía que existieran en México y en toda la región de América Latina y el Caribe?
Meiling: Las principales ventajas que observo en esos mercados incluyen la disponibilidad y abundancia de mano de obra calificada, de telas y de ferias de moda. Existen cursos de capacitación en importantes escuelas de diseño, y hay recursos para llevar las creaciones al mercado. No obstante, a nosotros, en el Caribe, nos resulta muy costoso acceder a esos recursos. Cuando busco oportunidades de crecimiento, me concentro en lugares más cercanos: en mi mercado establecido en el Caribe, y también en América del Sur. Estoy explorando el mercado de telas y tejidos de Bolivia, quiero que los inmigrantes venezolanos que trabajan en la industria de la confección en Trinidad reciban un trato justo, y también me gustaría que mis prendas se vendan en el continente sudamericano. Así pues, les aconsejo a los diseñadores jóvenes que hagan lo mismo: cuando busquen clientes, proveedores, telas y crecimiento en general, pongan la mirada en su región.
The handmade, artisanal quality of Meiling’s designs attracts clients. Photo by: Emily Sandifer
Govea: En mi opinión, en Estados Unidos y la Unión Europea existe una excelente gestión de la cadena de suministro, financiamiento para dicha cadena, más apoyo del Gobierno y más flexibilidad en los modelos de negocios. Las ventajas que deberíamos aprovechar en el país radican en nuestra increíble cultura e historia. A través de nuestras colecciones, podemos transmitir algo importante acerca de nuestras raíces y nuestro legado. Para competir, debemos basarnos en esa historia.
Aida Sykes, una especialista en Desarrollo del Sector Privado de IFC, centra su labor en las áreas de servicios financieros, género e industrias creativas, y está radicada en Dar es Salaam, Tanzanía.
Publicado en junio de 2022