Por Roger Atwood
La pandemia de COVID-19 ha impactado fuertemente al Perú. La economía del país ha sufrido una de las mayores desaceleraciones en el mundo debido a una pandemia, y la crisis es mucho peor que el colapso económico del país en 1989-90. Los bulliciosos mercados de Lima se cerraron, el turismo se evaporó y, durante un tiempo, el país registró la tasa de mortalidad (i) por la COVID-19 más alta del mundo.
Las empresas peruanas se han visto muy afectadas, especialmente las pequeñas y medianas empresas (pymes) que ya tenían problemas para obtener financiamiento de los bancos. La pandemia hizo que las fuentes de ingresos de las pymes desaparecieran. Freddy Rojas, cuya empresa —Inversiones Rojas SAC— vende arroz, azúcar y otros productos alimenticios por contrato, no estaba seguro de cómo iba a mantener en la nómina a sus cinco empleados, con tasas de préstamo que normalmente oscilan entre el 18 % y el 20 %.
Antes de la pandemia, expertos de IFC y del Banco Mundial unieron fuerzas en el marco del Programa Conjunto de Mercados de Capital (J-CAP) para encontrar soluciones innovadoras que proporcionaran a las pymes peruanas vías alternativas de financiamiento a través de los mercados de capital locales. También apoyaron al Gobierno del Perú en la implementación de una nueva ley de factoraje que se introdujo en 2015. Conocida como “Reglamento de Factoring, Descuento y Empresas de Factoring”, la norma permite a las pequeñas empresas vender sus cuentas por cobrar con un descuento a un tercero para liberar capital de trabajo y satisfacer las necesidades de efectivo inmediatas, un mecanismo conocido como factoraje.
A través del J-CAP, IFC comenzó a apoyar a Compass Group SAFI, una administradora de fondos local, para que ampliara sus fondos de factoraje destinados a las pymes. Esta administradora proporciona capital de trabajo crítico a las pymes peruanas a tasas de interés asequibles, permitiéndoles gestionar mejor sus ciclos económicos y superar problemas, como las contracciones de la demanda a corto plazo o los retrasos en el suministro y los pagos.
Cuando empezó la pandemia, el programa de J-CAP y Compass se transformó en un plan de emergencia para inyectar capital de supervivencia en las empresas cuyas fuentes de ingreso se evaporaron repentinamente. El fondo de cuentas por cobrar para las pymes operaría junto con el paquete de ayuda del propio Gobierno, que, al igual que planes de este tipo en muchos países, había mostrado ser inadecuado para la magnitud de la crisis.
Con este programa, Freddy Rojas recibió el equivalente a casi USD 90 000 mediante el mecanismo de factoraje, a tasas de interés que promedian el 3,5 %, “lo que para el Perú es extremadamente bajo”, dijo. El factoraje de facturas ayudó a Rojas a mantener a sus cinco empleados en la nómina. “Los préstamos que me han permitido sobrevivir a esta crisis se basaron en facturas mensuales. Pude transformarlas en capital”, señaló Rojas.
En septiembre pasado, IFC invirtió USD 21 millones en el fondo administrado por Compass, conocido como Fondo de Inversión Adelanto de Efectivo. Este proporciona a las pymes peruanas el capital de trabajo que tanto necesitan a tasas de interés muy inferiores a las tasas comerciales vigentes. Los prestatarios también pueden obtener asesoramiento en materia de inversiones a través de un programa de apoyo técnico de IFC.
Según Jorge Díaz Echeverría, gerente general de Compass Group SAFI de Lima, hasta el momento, unas 1900 empresas han obtenido acceso a capital de trabajo a través del fondo. Estas empresas reciben dinero a través del mecanismo de factoraje, mediante el cual venden sus cuentas por cobrar al acreedor, que luego puede cobrar las facturas o venderlas a un tercero. Los clientes originales —que generalmente son demasiado pequeños para conseguir préstamos bancarios convencionales— obtienen una inyección rápida de dinero en efectivo y se ahorran el trabajo y el tiempo del proceso de cobrar las facturas pendientes, que hasta ahora han tenido un valor promedio de alrededor de USD 3300, explicó Díaz.
“Se trataba de dar cierta liquidez a las pymes a precios asequibles. No se diseñó para la pandemia, pero ha funcionado muy bien para ayudar a las empresas a superar la pandemia. Es como si la pandemia pusiera a prueba el fondo para demostrar la clara necesidad de contar con él”, señaló Díaz.
La inversión de IFC en el fondo de factoraje no habría sido posible si los mercados financieros del Perú no hubieran madurado y mejorado constantemente durante la última década. Compass ha estado ofreciendo capital de factoraje en Chile y en otras partes de América Latina y el Caribe desde aproximadamente el año 2004. Una vez que las regulaciones del mercado de capitales del Perú se alinearon con las de Chile, Compass estuvo en una buena posición para ofrecer los pagos de alto volumen y baja denominación asociados con ese sistema a una escala mucho mayor en el Perú de lo que era posible anteriormente.
“El cambio del marco regulatorio fue importante porque dio carácter legal a las facturas y, por lo tanto, mucho más valor”, dijo Díaz.
Como consecuencia de estos y otros cambios, los mercados de capital del Perú fueron creciendo ininterrumpidamente en volumen y complejidad. La capitalización bursátil total de la Bolsa de Valores de Lima llegó a USD 143 000 millones en noviembre de 2019, en comparación con USD 98 000 millones en los cinco años precedentes. En 2014, la bolsa se fusionó con la empresa de servicios financieros Cavali para ampliar su gama de instrumentos y aumentar su atractivo para los inversores internacionales. Una de las mejoras implementadas por Cavali fue un sistema de negociación de facturas digitalizadas conocido como Factrack, que permitió la ampliación del mecanismo de factoraje.
“El Perú ha desarrollado la infraestructura de mercado que puede respaldar este tipo de instrumento”, dijo Ana Fiorella Carvajal, experta en finanzas del Banco Mundial que ha participado en el programa J-CAP. Para que IFC se uniera al mercado de factoraje del Perú, explicó Carvajal, “debían cumplirse ciertas condiciones previas: mercados de capital bien desarrollados, una base de inversores sofisticados, marcos fiscales y regulatorios adecuados. Todas esas cosas existen ahora".
“Todos los elementos están presentes en el Perú, incluida la presencia de un intermediario”, señaló Ivy Figueroa, oficial superior de Inversiones de IFC que ha colaborado con Compass en la inversión. Compass, líder regional en factoraje, “agrupa esos miles de cuentas por cobrar, permitiendo participar a los inversionistas institucionales, como los fondos de pensiones que disponen de grandes cantidades de efectivo y buscan diversos activos invertibles”, dijo Figueroa. El instrumento financiero resultante “actúa como un puente, o un agregador, entre las pymes y los inversionistas institucionales, dado que las pymes normalmente no tendrían acceso a los fondos de pensiones y los fondos de pensiones habitualmente no estarían interesados en este tipo de producto pequeño y a corto plazo”.
Una vez que termine la pandemia, la participación del J-CAP en el sector del factoraje en el Perú seguirá orientando su compromiso de larga data con el desarrollo de las pymes como motores de empleo y crecimiento equitativo en las economías emergentes y en desarrollo.
Publicado en abril 2021