Por John Donnelly
A principios de septiembre, en una mañana de otoño inusualmente fría en la ciudad de Washington, Philippe Le Houérou, el director general de IFC durante los últimos cuatro años y medio, se reunió con los miembros de su equipo directivo a través de Webex. Comenzó diciendo que él los había contratado a casi todos, mientras ellos miraban en la sala virtual compuesta de pequeños cuadrados. Y agregó que esa era su última reunión juntos, ya que se jubilaría a finales del mes.
A continuación, Philippe —como se le conoce en parte porque pocos hablantes no franceses pueden pronunciar su apellido— le dijo a su equipo que ahora debían mantenerse unidos y desarrollar su estrategia de "creando mercados", que denominó IFC 3.0. La esencia de la estrategia es ser más proactivos, emprendedores, analíticos y, sobre la base de una clara comprensión de las necesidades de los países, formular proyectos (algunos desde cero) que atraerán más inversiones del sector privado, especialmente en los países más pobres y frágiles.
Philippe Le Houérou visita el Parque Industrial Hawassa en Hawassa, Etiopía, en 2018.
Al finalizar sus palabras, la conversación se tornó personal. Un par de colegas reconocieron que al principio se resistieron a su estrategia —“tenía que arrastrarnos pataleando y gritando”, dijo uno— pero que ahora la apoyan. Otro se refirió a cómo Philippe había hecho una distinción clara e importante sobre la diferencia entre la inversión del sector privado y el desarrollo del sector privado. Alguien mencionó lo difícil que fue hacer cumplir las prácticas de contratación, lo que dio como resultado un personal más talentoso y diverso: “Usted cambió a IFC a través de la diversidad”.
Philippe Le Houérou con miembros de su equipo de IFC en Mookgopong, Sudáfrica, en 2018.
Es un lugar común observar que no siempre se sabe lo que se tiene hasta que se ha ido. Philippe fue el duodécimo director general de IFC, el único francés, uno de los últimos veteranos del Banco Mundial, uno de los pocos que creció en un país en desarrollo (vivió en varios países africanos) y el único ejecutivo que logró triplicar el capital pagado por los accionistas de IFC.
Estos hechos son importantes, pero no muestran todo. No revelan la fuerza de su personalidad, a veces apasionada, a veces encantadora, o su voluntad de hierro. No exponen su determinación y su inquebrantable intención de centrarse en los cambios existenciales que, en sus palabras, ponen al desarrollo en el centro de lFC y a IFC en el centro del desarrollo.
Philippe Le Houérou con Roberto Negro, director ejecutivo de Exolgan, en Buenos Aires, en 2016.
Formuló una nueva estrategia y reorganizó la institución. “Una visión sin ejecución es una ilusión”, le gustaba decir. Ahora le toca a su equipo llevar adelante esa visión.
Publicado en septiembre de 2020