Por Devon Maylie, Monica De Leon y Gayle Young
Johannesburgo, Sudáfrica. Cuando los pedidos de camisas, pantalones, faldas y vestidos por parte de compradores en Estados Unidos y Europa se detuvieron repentinamente después del brote de coronavirus, el fabricante Hela Clothing no entró en pánico. Muy por el contrario, su personal calificado empezó a fabricar equipos de protección personal (EPP).
“Esta crisis puso de manifiesto que muchos países de África y otras partes del mundo no tienen su propia producción de EPP para fines médicos. Todos dependemos mucho de China y algunos otros países”, dijo Adam Collins, economista y jefe de proyectos especiales del Grupo Hela Clothing, con sede en Sri Lanka.
Hela reorganizó rápidamente varias de sus fábricas, incluida una en Kenya que estaba produciendo ropa interior para hombres, y consiguió nuevos materiales para ayudar a atender la creciente demanda de EPP procedente de los hospitales y otras industrias esenciales que operan en medio de la pandemia en África.
La transformación de Hela en la producción de EPP se repite en fábricas de todo el mundo como parte de una alianza, informal y en evolución, entre Gobiernos que tienen una necesidad inmediata de equipos de protección y las empresas privadas que necesitan seguir operando.
Una tarea abrumadora
De Honduras a Kenya e India, y otros países, los fabricantes del sector privado han estado produciendo mascarillas, kits de prueba y uniformes médicos que van directamente desde las plantas a las primeras líneas de los hospitales donde se lucha contra la pandemia.
La operación de Hela en Kenia está respondiendo a la demanda de mascarillas y trajes de protección médica. Foto cortesía: Hela Clothing (2020)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que se necesita unas 89 millones de mascarillas médicas mensualmente para combatir la COVID-19, por lo cual la capacidad de fabricación existente deberá aumentar un 40%. Según la OMS, la actual producción mundial de mascarillas satisface menos de una cuarta parte de la demanda estimada. A medida que aumenten los nuevos casos de COVID-19 en América Latina, India y África, la necesidad de mascarillas médicas y otras prendas de protección seguirá siendo urgente.
“Los Gobiernos de todo el mundo son los nuevos clientes de los fabricantes de indumentaria que producen EPP”, dijo Sabine Hertveldt, asesora principal del área de manufacturas ligeras de IFC. “Es esencial una mayor colaboración entre los sectores público y privado”.
Esta asociación es especialmente importante para ayudar a los fabricantes a superar algunos de los desafíos clave que impiden ampliar la producción, señaló Hertveldt. Estos desafíos incluyen el trabajo conjunto para establecer normas, la certificación y las pruebas de laboratorio para analizar el desempeño de los EPP, así como los procedimientos aduaneros, los aranceles de exportación y las restricciones a las exportaciones.
Una nueva línea de negocio
Si bien cambiar la producción de ropa por mascarillas y batas es más fácil de decir que de hacer, en los últimos dos meses, según Hertveldt, muchos fabricantes en colaboración con los Gobiernos de Bangladesh, Vietnam, Camboya, Jordania, Kenya, Madagascar, Etiopía y de los países de Centroamérica comenzaron a cambiar parte de su producción a EPP en un esfuerzo por aumentar la oferta, pero también para reactivar puestos de trabajo que se habían suspendido tras el colapso total de la demanda de minoristas y marcas de ropa mundiales.
A nivel mundial, se requerirán 89 millones de mascarillas médicas mensualmente. Foto cortesía: Asociación de Maquiladores de Honduras (2020)
“Los fabricantes de ropa tienen el equipamiento y la capacidad. Y nosotros necesitamos los productos ahora”, dijo Heikki Mattila, un especialista de la industria textil que trabaja como consultor en IFC. “Son una parte crítica de la solución a esto”.
Para Hela, en Kenya, eso significó trabajar con el Gobierno para permitir que la empresa venda más producción a nivel nacional ayudando al mismo tiempo a abastecer a los países vecinos.
Solo entre abril y mayo, Hela produjo 10 millones de mascarillas en Kenya. Un 90% fueron mascarillas quirúrgicas estándar de tres capas, mientras que el resto fueron mascarillas de tela reutilizables. La sede de la empresa en Kenya también está adquiriendo la maquinaria especial que se necesita para producir mascarillas N95, un tipo más sofisticado de cubrebocas que filtran la mayoría de las partículas en suspensión.
“Con esta medida se atenderá la demanda crítica en África donde actualmente hay una producción muy limitada de mascarillas médicas N95 y se abre para nosotros una nueva línea de actividad a largo plazo”, dijo Collins.
“Un aliado importante” en Centroamérica
En Honduras, el Gobierno se dio cuenta que el país necesitaba una mayor cantidad de mascarillas y otros equipos de protección médica que la que estaba disponible. Entonces, recurrió al sector textil, el más grande de Centroamérica, que permanecía inactivo debido a la cancelación de los pedidos de ropa.
“Nuestra industria se convirtió en un aliado importante de las autoridades de salud”, dijo Mario Canahuati, presidente de la Asociación Hondureña de Maquiladores, que representa a la industria textil. “ Estamos sentando las bases de una posible agrupación biomédica en la industria textil”.
Trabajadores de la industria textil en Honduras producen equipos de protección.
Foto cortesía:
Asociación de Maquiladores de Honduras
La industria diseñó un proceso responsable para el retorno al trabajo, siguiendo protocolos estrictos de bioseguridad que se desarrollaron en coordinación con epidemiólogos y autoridades nacionales sanitarias y laborales. Estos incluyen desinfectar los zapatos y las manos de todos los trabajadores y tomarles la temperatura antes de ingresar a las instalaciones de producción. También implica proporcionar transporte privado a cada empleado para afrontar las restricciones de viaje en el país.
Como resultado de la coordinación de los sectores público y privado, la reapertura permitió que 17.000 empleados pudiesen regresar a sus puestos de trabajo y que las fábricas de Honduras produjesen más de 11 millones de mascarillas, 1,3 millones de batas quirúrgicas y más de 100.000 overoles quirúrgicos para abastecer a más de 60 hospitales del país en los últimos dos meses, así como exportar algunos productos a Estados Unidos. Muchos de los hospitales son hospitales públicos.
“Regresamos al trabajo más motivados, sabiendo que el producto que fabricamos está ayudando a prevenir la propagación de la enfermedad, y a reducir el contagio y las muertes”, dijo Lady Ana Hernández, quien trabaja en una de las fábricas textiles que produce mascarillas en San Pedro Sula.
En India, Bizongo —una plataforma de embalaje interempresarial— reconvirtió su mercado en línea para ayudar a conectar a los fabricantes de mascarillas, guantes, desinfectantes y trajes de protección con los hospitales y otras instalaciones de atención médica. Bizongo creó la plataforma EPP en tres días con la ayuda de 25 diseñadores web que trabajaron día y noche.
Bizongo, una empresa en la que IFC ha invertido, atiende los pedidos en su plataforma web tomando en consideración el volumen de suministros, la distancia y el plazo. Su personal, que trabaja desde casa, organiza el embalaje y el reparto de los productos, principalmente a través de Amazon, un cliente actual.
“Las empresas de India son buenas fabricando, pero descubrimos que cuando se trata del envío y la demanda de servicios no tienen mucha capacidad”, dijo Sachin Agrawal, que co-fundó Bizongo en 2015. “Por lo que nos asociamos con ellos y les ayudamos con todo lo que no sea la producción para que puedan concentrarse en ella”.
Bizongo ha suministrado 1.1 millones de kits de EPP en toda la India. Foto cortesía: Bizongo (2020)
Centrándose en hospitales públicos
Solo en India, la magnitud del reto es enorme. A principios de abril, el Ministerio de Salud informó que se necesitaban 17 millones de kits de EPP. Según Agrawal, el Gobierno apoyó a las empresas y los distribuidores privados, garantizando al mismo tiempo el control de calidad y evitando la especulación de precios. Inicialmente, India impidió la venta de EPP fuera del país para evitar una escasez durante la crisis, pero levantó parcialmente la prohibición en mayo para permitir la exportación de mascarillas no médicas.
En las primeras tres semanas de lanzamiento de su plataforma, Bizongo ayudó a suministrar 1,1 millones de kits de EPP para más de 100.000 trabajadores en toda India. La empresa prevé que, a finales de agosto, habrá ayudado a proveer 3,1 millones de kits de EPP.
“Entregaron nuestros pedidos en cinco días”, dijo el Dr. Jayakuma T.K., que trabaja en un hospital público de Jodhpur.
Agrawal estima que el 90 % de los usuarios de la plataforma EPP son nuevos en Bizongo y la mayoría de sus productos se destinan a hospitales públicos, que son predominantes en el sector de atención médica en India.
“Los fabricantes de India son súper rápidos, súper veloces para cambiar, y son capaces de evolucionar”, dijo. “En este momento, estamos enfocados en India, pero podemos anticipar que estaremos en los mercados internacionales en el futuro”.
Maylie informó desde Johannesburgo, De Leon desde Ciudad de Panamá y Young desde la ciudad de Washington. Aliza Marcus contribuyó con información desde la ciudad de Washington.
Publicado en Junio del 2020